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La luna y las plantas: un vínculo natural que perdura

Desde tiempos ancestrales, campesinos y pueblos originarios han observado la luna como una guía para la agricultura, aunque la ciencia moderna pone el acento en factores como el clima y el suelo, la influencia de los ciclos lunares en la flora sigue siendo objeto de interés, especialmente en la agricultura ecológica y biodinámica.

La creencia más difundida señala que al igual que la luna regula las mareas, también puede influir en la savia de las plantas, así, en fase de luna creciente la savia tendería a subir hacia tallos y hojas, favoreciendo el desarrollo de lo aéreo (frutos, flores, follaje), mientras que en luna menguante la energía descendería hacia las raíces, lo que sería más propicio para la siembra de tubérculos o podas.

En Chile, aún se conserva esta tradición en zonas rurales, donde muchos agricultores eligen las fases lunares para plantar, cosechar o incluso cortar leña, convencidos de que así la madera dura más tiempo sin pudrirse, esta sabiduría tradicional conectada con la tierra puede estar relacionada con algunas líneas de pensamiento e incluso estudios científicos que validarían estos efectos de manera concreta, reafirmando la persistencia cultural que muestra el valor de una agricultura que observa los ritmos naturales, la conexión con nuestra tierra.

Hoy, con el interés creciente en prácticas sostenibles, mirar los ciclos lunares no solo conecta con un saber ancestral, sino que también invita a repensar nuestra relación con el tiempo y la naturaleza: sembrar en sintonía con la luna es, en el fondo, recordar que la vida de la tierra también late al ritmo del cielo.

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